¿TOMAMOS DEMASIADOS FÁRMACOS?

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¿TOMAMOS DEMASIADOS FÁRMACOS?

Recientemente acudió a mi consulta una mujer de 58 años, hacía dos meses que su medico de cabecera le había recetado tres fármacos diferentes para bajar su tensión arterial, según me contaba la paciente, sus cifras de tensión se habían elevado demasiado y su médico de cabecera decidió actuar con contundencia para “evitar” que esa tensión derivara en un infarto o un ictus.
Tras dos meses de tratamiento la paciente refería no encontrarse bien, pero su médico insistía en que no podía disminuir esa medicación, porque; “peor sería que tuvieras una de esas graves complicaciones”. La paciente se quejaba de dolores de cabeza y de sensación de hinchazón y dolor en las piernas, que la impedían andar.
Además de ese tratamiento para la tensión, tomaba otros medicamentos; para la diabetes, para el colesterol, para la depresión, para la infección de orina, etc. En total la medicación alcanzaba las 13 COMPRIMIDOS CADA DÍA ( 5 para la tensión, un protector de estómago, un antidepresivo, un antidiabético, tres para la infección de orina, una para el colesterol y otro para los gases ).
Tras la suspensión de uno de los fármacos antihipertensivos ( que tomaba cada 8 horas ), los dolores de cabeza y el hinchazón/dolor de piernas empezaron a remitir paulatinamente hasta desaparecer ( en el prospecto del medicamento vienen indicados estos efectos secundarios, entre otros ).
Con el resto de la medicación estamos procediendo con cautela, puesto que suprimir de golpe tantos medicamentos, nos puede llevar a reacciones orgánicas que luego puede que no sepamos interpretar. Pero de entrada nos llama la atención la “creencia” de la paciente en la capacidad de determinadas pastillas para “prevenir” la vuelta de la enfermedad. Es el caso de los fármacos para bajar el colesterol o del sangrante caso de los antidepresivos. Existe la creencia generalizada en la población ( y favorecida por algunos médicos ), de que con los años necesitaremos estos fármacos de por vida y que si les suspendemos, volverán a hacer aparición los síntomas que intentamos prevenir. Esto es un grave error de concepto, si la elevación del colesterol se debe a errores dietéticos, cuando estos sean corregidos, el fármaco puede ser innecesario. Lo mismo se puede decir de los antidepresivos, nos ayudan a llevar las crisis personales que tenemos en la vida, pero difícilmente podemos considerar que al suspenderlos la depresión volverá ( como opinan algunos ).
Para lo médicos de la antigüedad, la ingestión de drogas o medicamentos aumentaba la alteración química de los humores, causa fundamental de todos los males, y ocasionaba frecuentemente perjuicios, generalmente mas graves que la enfermedad que se trataba de evitar con ellos.
No pasó inadvertida a la sagaz observación de Hipócrates, el padre de la Medicina, la acción indirecta de los medicamentos. Por esto decía: “hay también medicamentos que son un mal por si mismos; pero cuando se toman encima de otro mal, lo corrigen después de haber llegado al vientre; y cuando son más fuertes que la causa del primer mal, lo curan arrojándolo fuera, aunque ellos sean un mal en si mismos”.
Los pacientes y los médicos se deberían convencer de que toda supresión de un síntoma sin atender a la causa que lo produce, es solamente un retraso en la manifestación de la enfermedad, incluso otras veces supone cambiarle de forma, es decir la causa del mal se manifiesta en un sitio distinto y con síntomas diferentes. Si tuviésemos en cuenta esto, no se emplearían tantas drogas tóxicas o supresivas en el tratamiento de las enfermedades.
Decía Pidoux; “Los medicamentos propiamente dichos son agentes patogenéticos, que sustituyen una excitación por otra”.
Paul Carton ( 1875-1947 ), destacado médico naturista Francés, manifestaba:
“ Ignoradas las leyes de la vida sana y las razones verdaderas de la salud y la enfermedad, los tratamientos generales han sido concebidos, la mayoría de las veces, en oposición a las leyes naturales. Por eso la sobrealimentación, el régimen carnívoro excesivo, el reposo exagerado y, sobre todo la medicación farmacéutica incesante y casi exclusiva, han sido considerados procedimientos lógicos de curación. Así, la fe médica se ha desvanecido a fuerza de retrasarse en diagnósticos de detalle, por falta de criterio patogénico general, por su obstinación en tratar enfermedades y no enfermos; tales han sido los mezquinos resultados de la terapéutica química. Numerosos son, en efecto, los médicos debutantes entusiastas, que, al declinar de su carrera, pierden la confianza en su saber y en sus prescripciones. Frecuentemente víctimas de su falsa ciencia, incapaces de curarse a si mismos, se resignan a sufrir en silencio su desilusión, prosiguiendo sin convencimiento el ingrato oficio de distribuidor automático de medicamentos”.
A llegado el momento de plantearnos con seriedad si la toma de tantos medicamentos contribuye a estar mas sanos o por el contrario, perjudica nuestro organismo.
Opiniones médicas destacadas piensan que en las sociedades mas avanzadas, vivimos en un estado de salud “aparente”, y que la pandemia por coronavirus se está encargando de hacerlo visible.

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