¿Cómo debemos tratar el dolor de espalda?

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La Unidad del Dolor / Dr Jorge Gutierrez 

El dolor de espalda es una de las dolencias más habituales con las que trato día a día en mi clínica. Con mucha frecuencia recibo pacientes que no saben poner nombre a lo que les pasa, pero sí que son conocedores de sus manifestaciones al sufrirlo diariamente en sus propias carnes. Por ello, abordar el dolor de espalda debe comenzar con su identificación. Así, lo primero será distinguir entre el dolor agudo o lumbago del dolor crónico, puesto que ambos se comportan como enfermedades completamente diferentes.

El dolor agudo, conocido popularmente como lumbago, es una crisis repentina de dolor de gran intensidad en un paciente sano, sin antecedentes o solo con la presencia de crisis puntuales en el pasado. Su aparición se debe a una contracción brusca de los músculos de la zona lumbar que responde bien en unas horas o días a diferentes tratamientos disponibles. Algunas personas manejan esas crisis sin ayuda externa, con ayuda de antiinflamatorios, reposo y calor local. Otros, en cambio, apuestan por acudir a los fisioterapeutas, consiguiendo la curación en unas cuantas sesiones.

Hay pacientes que se sienten mejor acudiendo a su médico de cabecera o especialista correspondiente, pues se ven reconfortados cuando se les realizan pruebas de imagen con el objetivo de descartar algún padecimiento de los que causan un elevado temor como un cáncer o una fractura vertebral. Como médico anestesista suelo emplear la infiltración epidural de corticoides y anestésico local por su sencillez y los rápidos resultados obtenidos, lo cual no está reñido con el reposo, el calor local o la toma de algún antiinflamatorio si no es suficiente. Es decir, estamos ante de un proceso doloroso sí, pero que responde bien a la gran mayoría de los tratamientos pautados.

En el caso de un dolor crónico, tenemos que abordar la problemática desde un prisma completamente diferente. Mi experiencia al frente de la Unidad del Dolor me lleva a asegurar que, en estos casos, estamos ante un paciente que lo padece desde hace meses o incluso años de forma continua, con mayor o menos intensidad, pero produciendo una merma muy importante en su calidad de vida hasta el punto que se  llega a convertir en una de sus preocupaciones fundamentales.

Habitualmente son pacientes que han acudido a la medicina en numerosas ocasiones y se les han propuesto infinidad de tratamientos con mayor o menor éxito, pero siempre con el resultado de un alivio temporal de sus síntomas. No obstante, el paciente de dolor crónico en la espalda también ha padecido muchos efectos secundarios de esos tratamientos. En este sentido, he podido observar obesidad o diabetes debidos al empleo crónico de corticoides o la torpeza mental y adormecimiento por el uso de derivados de la morfina.

Al paciente con dolor crónico en la espalda se le han realizado muchas exploraciones y pruebas diagnósticas en sus innumerables visitas al médico. Escáneres, resonancias, gammagrafías óseas, analíticas y un largo etcétera para tener que escuchar variados diagnósticos de los distintos médicos a los que ha acudido. La sensación suele ser siempre la misma, un desencanto provocado por la ausencia de un tratamiento efectivo a un dolor para el que ni tan siquiera le dan un diagnóstico uniforme. Un cirujano opina que el problema está en sus discos vertebrales y que una cirugía resolverá su problema para siempre pero, por el contrario, otro apostaría por una operación menos agresiva que también promete resultados ¿Os suena verdad?

Al mismo tiempo, presentan algunos otros síntomas característicos como cansancio extremo, hormigueos en ambas manos, alteración del sueño, trastornos digestivos, sensibilidad aumentada a estímulos como las corrientes de aire o determinados alimentos y olores… Según las palabras que suenen trasmitirme: “parece que todo su cuerpo funciona mal”.

Este desencanto provoca que muchos pacientes se sientan defraudados por los tratamientos de la medicina convencional y busquen alivio en otro tipo de profesionales como los fisioterapeutas, los homeópatas, los quiroprácticos, los acupuntores o incluso en el chamanismo. En resumen, se trata de pacientes a los que muchos han logrado aliviar, de forma más o menos temporal, pero nadie ha sido capaz de curar.

No existen fórmulas secretas, pero mi experiencia y los resultados que he podido advertir a lo largo de mi carrera me permiten poder acercaros varios consejos:

-No gastar dinero o tiempo si no vemos que la terapia que nos han propuesto nos mejora.

-Ir de menos a más. Me explico, primero elegiremos los tratamientos menos agresivos que nos propongan y que menos efectos secundarios tengan. Dejaremos las medidas mas agresivas como la cirugía para cuando el resto de medidas no funcionen.

-Si estamos convencidos de someternos a cirugía, buscaremos un buen especialista y, sobre todo, que su decisión sea respaldada por sus colegas.

-Deberemos huir de las medicaciones adictivas tomadas de forma crónica como los corticoides o los derivados de la morfina. En la mayoría de ocasiones producen más daño que beneficio.

-Valore mucho cuando le propongan medidas de higiene corporal  como cuidar la alimentación, practicar ejercicio físico y mantener a raya el estrés con la ayuda del yoga u otras terapias corporales.

-Apóyese en la lectura especializada, determinados libros pueden hacer comprender mejor que costosos tratamientos.

-Acudir a profesionales que nos traten con delicadeza y sensibilidad. Este tipo de pacientes han padecido mucho y son muy sensibles a ciertas expresiones malsonantes, además necesitan ser escuchados con calma.

En este sentido, en la Unidad del Dolor podemos ayudar mucho a los pacientes que sufren de dolores en su espalda. Somos un equipo profesional, cualificado y volcado en la recuperación de quienes depositan su confianza en nuestras manos. Porque para estos casos, como para todos, nuestra máxima es que no hay que perder la esperanza. Porque siempre, siempre, hay una salida.

 

 

 

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