CORONAVIRUS Y MIEDO

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CORONAVIRUS Y MIEDO

Estaba leyendo una noticia en la vanguardia sobre un médico de la UCI. de Bellvitge que sufrió la infección y se encontró ingresado en el mismo lugar donde trataba a sus pacientes y en la lectura me llamó la atención algo que ya había observado en otros muchos casos, la relación entre el miedo y la infección.
“ La psicóloga me preguntaba sobre mi miedo a la muerte, si era un pensamiento recurrente. Si, tenía miedo, pero no dejaba que fuera recurrente. Creo que no hay que temer a la muerte, aunque en ese momento lo tuve. Pero conseguí no caer en la angustia”.
Otro caso me llamó la atención poderosamente en León, la de una joven farmacéutica de la Bañeza, que fue uno de los primeros pacientes en ingresar en la UCI. Su caso no necesitó de intubación y mejoró progresivamente hasta irse de alta sin ninguna complicación. Leí su testimonio en una entrevista posterior en prensa y me impresionó la sensación de miedo que vivió durante el desarrollo de los primeros síntomas.
Para el especialista en Medicina psicosomática, Salomon Sellam, la temática de la vida y la muerte ocupa un lugar importante en la génesis de las enfermedades pulmonares.” Podemos fácilmente admitir que una patología alveolar traduzca una temática de supervivencia primordial e incluso crucial. Para convencernos de ello, póngase una bolsa de plástico en la cabeza o sumergida en agua y contadme lo que se siente al cabo de un minuto”.
De esto debemos aprender que los síntomas son capaces de producir miedo y temor en nuestra mente, pero también ese miedo y temor es capaz de generar o perpetuar el daño pulmonar con la entrada en un círculo vicioso que se retroalimenta peligrosamente.
Esto no es incompatible con el concepto orgánico de enfermedad, por supuesto el virus es el causante de los síntomas y de la sensación de ahogo acompañante, pero a mi entender es evidente que otra serie de factores tienen que jugar un papel para explicarnos como un virus que es capaz de convivir en pacientes con ningún síntoma, o síntomas leves, sea capaz de provocar esas complicaciones tan graves en otros.
Ya he manifestado en otras ocasiones mi opinión de que esos factores son de dos tipos; físicos ( enfermedades crónicas, obesidad, hipertensión, fármacos debilitantes….) y psíquicos ( depresión, soledad, miedo, angustia…..), o los dos al mismo tiempo. Para darnos cuenta mejor, pensemos en un sector de la población con especial vulnerabilidad; las residencias de ancianos, donde tanto el factor físico como el psíquico están claramente comprometidos.

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