EL PACIENTE “INSOPORTABLE”

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EL PACIENTE “INSOPORTABLE”

En el libro Corazón y Mente, escrito por Valentín Fuster y Luis Rojas Marcos en 2008, en el capítulo 15, te encuentras con la descripción minuciosa de un tipo de paciente que todos los médicos nos encontramos de vez en cuando en nuestra práctica médica, y que merece la pena analizar.
El caso relatado es el de un hombre de 72 años, soltero y solitario, que acudía una y otra vez a los cardiólogos por un dolor torácico atípico. Tras las pruebas complementarias se encontraban pequeñas lesiones en las arterias del corazón, pero al someterle al correspondiente tratamiento mediante angioplastia y By-pass coronario, el dolor no desaparecía. Todo ello se acompañaba de una actitud beligerante hacia los médicos que le atendían, a quienes intentaba dirigir e influenciar constantemente, llevándoles a tomar decisiones forzadas para conseguir calmar su mal humor y sus exigencias.
Estas son las impresiones de Valentin Fuster:
“Mi filosofía es que detrás de un paciente malhumorado, exigente y déspota, hay un hombre que sufre y que se ha construido un gran caparazón de ira para combatir su dolor. El aislamiento y la falta de comunicación, lleva al individuo a un estado de negatividad, que el sistema médico se ve incapaz de parar. Son individuos muy exigentes y, de hecho, el médico nunca podrá llegar a satisfacer sus expectativas porque, en el fondo, a esas personas les puedes curar el corazón, pero no la soledad y el resentimiento. El paciente es un hombre amargado e infeliz. Sus dolores en el pecho son una forma de llamar la atención. Se sentía mal, abandonado por todos, y sus frecuentes visitas al hospital eran una vía de conexión con un grupo de personas que se preocuparía por su salud y que lo atenderían cualquier día y a cualquier hora”.
Ahora la opinión del prestigioso psiquiatra Luis Rojas Marcos:
“El paciente pertenece al grupo de personalidades narcisistas dependientes. Es un hombre emocionalmente inseguro, solitario y muy dependiente de los demás, pero como buen narcisista detesta su dependencia. Para aliviar esta contradicción, intenta romper inconscientemente los lazos de dependencia rechazando y humillando a la persona de la que depende. El resultado es un sentimiento aún más angustiante de inseguridad y soledad. El paciente somatiza o transforma esta angustia en dolores de pecho, un dolor que le sirve de billete de entrada para volver al principio del ciclo y agarrarse y depender de otra persona. Este sentimiento le ocurre con todas sus relaciones afectivas, pero se hace especialmente evidente con los médicos, pues son relaciones que implican vulnerabilidad, incertidumbre y miedo a la muerte. Para asegurarse la sumisión del médico, este tipo de pacientes transmiten sutiles amenazas de castigo, bien sea con el pago moroso de la factura o mencionando indirectamente la posibilidad de pleitos. Sin embargo, estos pacientes no son conscientes de la profunda dependencia que alimenta su insolencia y ataques a los médicos. Por su parte, los facultativos no se dan cuenta de que las raíces de la hostilidad del paciente se nutren en realidad de su temor al abandono. A menudo actúan como si fuesen superiores, pero en el fondo, para estas personas dependientes, la prepotencia es el mecanismo de defensa que les protege.
Si logramos ponernos en la piel de esa persona, captar su sufrimiento y entender que los comportamientos agresivos y desagradables, son su forma torpe de expresar el miedo a la soledad y la dependencia, las posibilidades de comunicarnos y de intervenir con eficacia aumentan.
Está demostrado que cuando los médicos negamos e ignoramos los sentimientos que los pacientes “insoportables” suscitan en nosotros, aumentan las probabilidades de que cometamos errores en el diagnóstico y el tratamiento de sus enfermedades”.

El maestro de la psicosomática moderna, el Dr. Salomón Sellam, también hace una gran descripción de este tipo de paciente en su libro, La inversión psíquica ( Ediciones Berangel, 2011 ).

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