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EL CONSUMO DE CARNE Y LA SALUDSegún la opinión de destacadas personalidades científicas, la sociedad actual sigue consumiendo proteínas en exceso, especialmente en forma de carne animal. Las razones por las que este consumo debe moderarse se conocen desde hace mucho tiempo, a pesar de eso, poderosas razones impiden que esto se lleve a cabo de forma generalizada.Conocemos el gran poder que tiene la publicidad, dirigida por la poderosa industria cárnica, sobre nuestros cerebros y como este factor contrarresta la información proporcionada por las autoridades científicas. Pero existen otros factores que dependen de nosotros. Lo cierto es que se trata de un alimento cuyo consumo está muy arraigado en el fondo del ser humano desde hace siglos. Entre los argumentos que habitualmente utilizamos para justificar su consumo, no todos tienen una base científica: – “La carne nos da fuerza”. En relación con los otros alimentos, la carne no tiene un lugar privilegiado, ya que 100 gr de ella equivalen a 132 calorías; 100 gr de pan a 260; 100 gr de queso a 340; 100 gr de aceite a 980. La carne da fuerzas, es verdad, pero todos los alimentos las dan también, y otros la dan más. – “La carne es indispensable para que se forme sangre”, su falta origina anemia: Esto no tiene ningún fundamento, la presencia de personas vegetarianas que practican una alimentación bien equilibrada en ausencia total de productos cárnicos y con ausencia de anemia lo demuestra. – “La carne viriliza”: El abuso de carne ha sido relacionado con excesos del impulso sexual, éstos, que pueden llegar a ser obsesivos por su repetición, no tienen nada que ver con un verdadero deseo amoroso, sino mas bien con la capacidad de excitación del sistema nervioso. Civilizaciones antiguas que consumían mucha carne se distinguieron por su agresividad ( normandos, hunos, turcos…).Esta excitación es sobre todo importante en los niños; los transforma en pequeños seres tensos, coléricos e insomnes.Los expertos en antropología nos dicen que la anatomía del hombre es la de un frugívoro arbolícola, es decir, está adaptada a la alimentación a base de frutas, granos, raíces, y, accesoriamente huevos, que es la de los frugívoros. La insuficiencia de los productos de recolección, que debió de hacerse sentir particularmente durante los periodos glaciares, es probable que empujase al hombre a la pesca y la caza, y mas adelante a la agricultura.La riqueza en proteínas de la carne ( 16 por 100 ), es inferior a la de las leguminosas secas ( del 22 al 35 por 100 ), similar a la de las frutas oleaginosas ( 12-13 por 100 ) y solo doble de la de los cereales ( 7,5 al 12 por 100 ) La carne es, por regla general, un alimento graso rico en grasas saturadas, su exceso lleva a menudo a la dispepsia, la arteriosclerosis y la obesidad. El metabolismo de las carnes conduce a la generación de residuos tóxicos en abundancia ( ac. Úrico, purinas, ptomainas ), que suponen una sobrecarga del hígado y el riñón, encargados de su degradación. Cuando su consumo es excesivo o el paciente mayor, tiene lugar una intoxicación insidiosa de los tejidos que adelantan el envejecimiento y la muerte. La carne es un tipo de alimento que favorece la putrefacción intestinal: Un régimen fuertemente cárnico aumenta la cantidad de gérmenes, presente en un milímetro cúbico del contenido intestinal, de 2000 a 67.000. Se ha demostrado que las heces de los consumidores de carne se diferencian por el mal olor que desprenden. Su consumo se ha relacionado desde hace tiempo con la mayor frecuencia de apendicitis agudas, disminuyendo mucho en los periodos en guerra en los que su consumo escaseaba. Parece cierto que la preferencia por la carne obedece sobre todo a motivaciones de orden psicológico y social, de esencia irracional. Hay una mística de la carne, generalmente muy arraigada en el fondo del ser humano, y tan poderosa que su naturaleza está oculta por argumentaciones que no necesitan tener valor para ser creídas, incluso por los médicos. Aunque nos parezca mentira, el régimen vegetariano ha demostrado ser el mas normal, el mas armonioso y en consecuencia el mas sano, capaz de generar una buena salud, una gran resistencia física y una clarividencia mental a sus practicantes, pero debe reconocerse que una alimentación moderadamente cárnica y elegida con cuidado no es perjudicial por completo para la mayoría de los seres humanos y puede constituir un régimen perfectamente sano cuando corresponde al deseo y a las convicciones del paciente, cuando éste encuentra, en la coincidencia con el uso general, un sentimiento de seguridad y comodidad, siempre y cuando seamos conscientes de que cuando necesitamos recuperar la salud perdida o protegernos frente a situaciones ambientales amenazadoras ( como las epidemias ), debemos limitar o incluso suprimir su consumo.

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