RENÉ LERICHE, EL FILÓSOFO DE LA CIRUGÍA

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Renè Leriche ( )

RENÉ LERICHE, EL FILÓSOFO DE LA CIRUGÍA

Este cirujano Francés, nacido el 12 de Octubre de 1879 en Roanne, Loire y fallecido en Cassis en 1955, fue uno de los cirujanos mas influyentes de la primera mitad del siglo XX. Dejó un enorme legado no solo por su destreza quirúrgica, sino por sus conocimientos de Medicina y Cirugía, que culminó con su mejor obra, Filosofía de la cirugía, en 1951.
Este libro, que ya no se encuentra en ninguna librería, cayó en mis manos gracias a mi colega Francesc Colell, que lo pasó a formato pdf y me lo envió.
El libro contiene una síntesis de su conocimiento, que les sería muy útil a algunos cirujanos de hoy.
Ya en su época supo apreciar los riesgos que afrontaba la cirugía moderna; “Parece existir una tendencia invasora a sustituir la apreciación clínica por exploraciones anónimas y cifradas a las que se pide una medida exacta de los niveles de la enfermedad. Se ve despuntar el momento en que las mas graves decisiones podrán ser adoptadas y realizadas sin previo contacto entre el ejecutante y el paciente. El hombre que operamos, piensa, tiene miedo, su armazón tiembla si no tiene el consuelo de una visión de simpatía. Nada podría sustituir para él el contacto bienhechor de su cirujano, el cambio de miradas, la sensación de que se han encargado de él, con la certeza, al menos aparente, de triunfar. Son esos unos imponderables que no tiene uno derecho a sacrificar”.
“Nadie ha marcado mejor lo que debe de ser la cirugía que Javier Bichat, que alrededor de 1795 escribió; El arte de operar, un poco de costumbre lo da; la destreza le añade cierta perfección y todo el mundo puede lograrla al cabo de un tiempo bastante corto. Pero el arte de saber operar oportunamente, de conocer los casos que requieren operaciones y los que nos ordenan abstenernos, los momentos y los medios adecuados para practicarlas, las circunstancias que influyen en sus éxitos o sus fracasos, la modificación tan diversa que adoptan una multitud de circunstancias que la acompañan y los medios de hacer esas consecuencias menos molestas, esto es el arte difícil del cirujano; esto es lo que compone la ciencia, el resto es sólo un oficio”.
Descubrió con gran intuición la importancia del sistema nervioso autónomo o vegetativo en nuestra salud; “Los valores del simpático, su integridad, son la condición de toda vida normal. Y es probablemente la perfección innata de su sistema vegetativo lo que hace que algunos hombres felices lleguen al final de una larga vida en perfecto estado. Pero en casi todos, la repetición de los choques físicos o afectivos, acaba mas o menos pronto, por encajarse en nosotros bajo la forma de sensibilidades nerviosas que exponen, en lo sucesivo, a cada cual, según su línea, a reacciones vivas, tenaces, difíciles de corregir”. Una bella descripción de la influencia de la mente en el cuerpo.
Denunció la falta de humanidad en el contacto con el enfermo; “Los cirujanos, gentes que tienen prisa generalmente, creen con facilidad que se pierde el tiempo escuchando al paciente, pero están equivocados, todo enfermo es un obseso, para calmar sus angustias el médico debe escuchar a los que confían en él, porque el paciente al contar su historia se desahoga, calma sus angustias y esta liberación es la mejor de las preparaciones a la terapéutica. Psicológica, humanamente, le debemos la limosna de nuestro tiempo”.
Destaca la importancia de la humildad; “El conocerte a ti mismo es uno de los pilares de la honradez quirúrgica. El humanismo, base moral de la cirugía, nos obliga a conocer nuestros propios límites y a no sobrepasarlos. Un renunciamiento reflexivo no es nunca una humillación”.
Gran estudioso del dolor, afirmó; “Para todo lo que se refiere al dolor no podemos recurrir más que al hombre, y en esa esfera la observación nos lleva a pensar que nuestros esquemas neurológicos no bastan para darnos la totalidad de lo que sucede en alguien que sufre. El dolor tiene repercusiones que no podemos explicar. Es provocado a veces por irritaciones tan distantes que nos parece una ilusión: varios amputados me han dicho que el hecho de orinar les producía cada vez un breve dolor en la mano ausente. Eliminamos estos hechos de nuestras preocupaciones porque no podemos comprenderlos, lo cual no obsta para que existan”.
Espero que este pensamiento nos ayude en nuestra práctica médica.

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